El gato

🕙Lectura: 01:16

 


Érase una vez un gato que soñaba que era un escritor. Observaba curioso los movimientos de la mano que sostenía aquel extraño cilindro puntiagudo y que trazaba aquellos pequeños garabatos sobre un papel. 
El animalito, sentía una irrefrenable curiosidad, cuando un tiempo después, veía a su dueño, mirar atento, aquello que el cilindro puntiagudo había dibujado y más aún cuando le oía susurrar sonidos, como si estuviera hablando con aquel papel sobre el escritorio.
—Hay magia en esos garabatos —se decía, incapaz de comprender del todo. 
Impaciente, arañaba la repisa de la ventana y restregaba su cara y sus bigotes en un borde de la misma, mientras se preguntaba como aquel que, a veces, le daba comida, podía permanecer tanto tiempo, garabateando papeles, sin cansarse.
Se dijo así mismo que quizás, en una de sus vidas, podría llegar a tener uno de esos cilindros y aprender garabatos. Lamentablemente, nuestro felino amigo, tampoco sabía contar y, por lo tanto, ignoraba que lo que estaba viendo y pensando, sucedía en su séptima vida. 
Días después, el dueño, cerró su cuaderno tras escribir el último relato. También la ventana. En las tapas se podía leer:
«Poemas para un gato curioso»

Aburrido por no tener nada que mirar desde la ventana, aquel gato curioso bajó a la calle. Se escuchó el ruido inconfundible de unos neumáticos deslizándose sobre el asfalto. Luego un golpe seco y la calle se manchó de sangre. Así es la vida; la séptima.


Fotografía: Willy Ronis, Paris, 1955
Entrada reblogueada (transferida) desde mi otro blog (23.724)


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4 comentarios:

  1. Implacable final real para el cierre de un cuaderno de ficción.

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  2. La fotografia es preciosa. La historia me deja un sabor agridulce.
    un beso.

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