El show televisivo de ayer

Creo que sabéis que este blog, no está destinado a los grandes temas (la actualidad, la política, cultura, etc.) y se trata solo de una bitácora personal en la que comparto mis reflexiones, meditaciones, recuerdos, etc. Y a eso voy, aunque parezca otra cosa:

No puedo entender esas reacciones que dicen sentirse «estupefactos» ante las imágenes de la reunión del presidente Zelensky con esos dos hijos de su madre en la Casa Blanca. ¿Qué esperaban?

No se trata de otra cosa que una humillación pública destinada a ejercer una presión insoportable para que luego ese señor se vea obligado a firmar cualquier tratado que les favorezca a ellos. Sí, porque si el rubio asqueroso, lo acusa de «jugar con la tercera guerra mundial» nosotros podemos acusarlo a él de creer que la política, es un simple mercado consistente en comprar lo que le convenga, al precio más bajo posible, aunque eso lleva a la muerte a decenas de miles de personas. (Recordamos Gaza)

Y el espectáculo en que se convirtió la reunión, del cual circulan multitud de videos que no quiero traer aquí, me lleva a la reflexión, para mí, recurrente, ya que me acompaña desde ya hace un tiempo, de que la democracia está totalmente corrompida y que como «gobierno del pueblo» ya hace bastante tiempo que ha dejado de existir; ahora, es otra cosa.

Veo a compañeros, en sus blogs, atribuyéndole diferentes nombres: idiocracia, tontocracia, patocracia, etc. etc. Forman parte de la lógica reacción de enfado. Pero me temo que lo de menos es, como se pueda llamar y lo de más... Lo de más es que se está enraizando en las sociedades y es una mala hierba que acabará con los mejores granos.

Nos hemos entretenido con el buenismo aceptando en el tablero de juego a los violentos. La fórmula decía que se jugaba con las blancas y las negras (progresismo y conservadurismo), y con sus diferentes variables (como en el juego del ajedrez y sus piezas). Izquierdas y derechas eran aceptadas como el equilibrio necesario de fuerzas. Pero, repito, por buenismo, hemos permitido y aceptado a los violentos, en ambos bandos. Ahí radica el gran error, porque como en cualquier deporte, en el juego político no todo vale y no todo debería valer.

Y eso ha llegado a tal nivel de degradación que me produce serias dudas sobre la efectividad y la bondad del sistema. Y sinceramente, como ya he dicho en otros sitios, me temo que hay más totalitarismo en las democracias occidentales que en algunos de los supuestos regímenes nominalmente totalitarios del oriente lejano. Pocas cosas se me ocurren que puedan ser más tristes.