El amor nos convierte en arte, cuando nos miran los ojos correctos.

Y el arte no es cosa fácil. A veces incomprendido, otras despreciado y maltratado. Siempre sujeto a interpretaciones, críticas y valoraciones. Pero cuando los ojos correctos, se hacen observadores y contemplan amorosamente aquello a lo que aman, desaparecen los supuestos defectos, las imperfecciones se volatilizan y el sujeto amado se convierte en la más bella de las obras.