Conversando con Okanuh

He querido traer a este espacio, un post que figura en mi otro blog, más general (3.5.24).
Quizás deba empezar por explicar que Okanuh* es un «entidad mental» que puedes llamar o interpretar como un amigo imaginario, un álterego o un simple personaje. En realidad poco importa lo que es. Simplemente, forma parte de mi esfera mental, para bien o para mal.
Seguramente, lo veremos aquí, presente en más ocasiones, 

Y tú ¿Cómo lo haces?
—Muero cada día, —respondió Okanuh. —Los días son un simbolismo de la vida. Amanece un sol en un horizonte y asciende mientras tú te sientes rejuvenecido por el descanso nocturno. Llega un momento en que el astro está en su cenit y comienza a descender. Tu energía ha estado siendo consumida por tu actividad y otras cosas en las que has puesto mucha fuerza y voluntad. En el día como símbolo, del que te hablo, ocurre igual que en la vida entera y real. Después de la tarde llega un ocaso repleto de luces cambiantes y que al mismo tiempo oscurecen y disminuyen de intensidad como disminuye también tu energía. 


¿La vejez?
—Sí, la vejez. Hoy te presento un simbolismo que se refiere a una vida afortunada, lo suficientemente larga como para que, al igual que ocurre en una jornada, los paisajes han transcurrido diversos, las nubes han recorrido el cielo dando momentos de brillo intenso y otros más oscuros o nublados. Y como en este ejemplo de la jornada, ahora la vida ha llegado a este tiempo donde los recuerdos se oscurecen, pero cubriéndose del color de las emociones, al tiempo que el rostro y la frente se llenan de arrugas.
En mi morir diario, sucede parecido. Cuando la luz se desvanece entre sombras y negruras, me recojo. Como sabes, no soy religioso, ni creyente, ni contemplo fe o esperanza alguna de trascendencia, pero eso no me impide percibir la fuerza en mi interior de un espíritu que no puedo negar. Y mientras me preparo para la muerte diaria, lo escucho. Es un diálogo hermoso entre ese espíritu y mi mente, pues hace tiempo me di cuenta de que no eran lo mismo.  Y aunque tienen una voz muy parecida, si me concentro, en meditación, puedo distinguirlos. Él, ese espíritu, escucha mucho más que habla, mientras que la mente parece un pajarillo enjaulado saltando constantemente. No estoy seguro, pero creo que es ese espíritu, el que, sin imposiciones, consigue que el pajarillo calle un poco y también escuche.

¿Y mueres?
—Simbólicamente sí. Es abandonarse en los brazos del sueño. Dejarse ir. Situarse en un plano diferente, trasladarse a otra realidad. 

¿Y luego, cuando despiertas, es como un renacimiento?
—De nuevo simbólicamente sí. Renacer no es un hecho comprobable; es solo una idea y como tal idea puedo plantearme el nuevo presente después de despertar, como una nueva vida y es lo que el simbolismo quiere dar a entender. Un día es una vida. La noche, la permanencia en eso que los budistas llaman el Bardo y el despertar es un nuevo renacer; otra vida. Y muy posiblemente desde los principios de los tiempos esta idea se ha ido convirtiendo en la semilla de las creencias sobre la reencarnación. Y para huir de la ácida realidad del desaparecer, somos capaces de imaginar y desarrollar en cientos de generaciones, escapatorias como los cielos, paraísos, nirvanas, reencarnaciones…
Pero yo solo utilizo la idea del renacer como una especie de ritual litúrgico para afrontar el día.  Tiene la misma sacralidad que la que pueda tener, ver la agenda o escuchar las noticias por la radio mientras desayuno. 

Okanuh, con esto ¿me dices que no crees en la reencarnación?
—Eres muy pesado, hermano. Vivimos en espacios mentales paralelos y, por lo tanto, sabes perfectamente que yo vivo de contemplar las posibilidades y las imposibilidades. No me interesa creer; me interesa conocer, pero nuestra naturaleza no nos permite conocer todo.
Entonces, intenta imitarme. Vive tranquilo. Contempla impasible tu mente y la de los demás. Aprende. 
Posiblemente, lo único o más parecido a una reencarnación que llegues a vivir sea el despertar de las mañanas. Y si La Vida quiere (no dios, como dicen los creyentes) reencarnarás toda la semana, posiblemente más allá de una semana, quizás muchas semanas.

¿No tienes miedo de estar equivocado?
—Quién, ¿yo o tú?
Creo que quieres que te responda a una pregunta que, en realidad, deberías hacerte y tratar de responderte tú mismo. En cualquier caso te diré que tengo el mismo temor de estar errado que el de estar acertado. Y por supuesto, si estoy en lo cierto, nadie me podrá felicitar. 

*Okanuh no es un nombre japonés, como algunos han parecido creer. Pero sí es un nickname que usaba un amigo japonés que hablaba español, que tuve la suerte de conocer en Barcelona y que participaba en un  foro por aquellos tiempos lejanos de los "grupos de Yahoo". Nunca he sabido con certeza cuál es su significado; si es que lo tiene.
Se pronuncia Okáno (en ese modo singular en que los japoneses cambian el acento por la prolongación de una letra o sílaba; en este caso sería Okaano.


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2 comentarios:

  1. Savis consells els d'Okanuh, tu no li fas gaire cas, però hi toca.

    Salut.

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    1. Que sí. Li faig cas, i per això sovint discutim. 😊

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