Sentir ese olor inconfundible de un aire limpio y un poco húmedo que dilata las fosas nasales e invita a respirar profundamente. Miras a lo alto y descubres esos planetas que no titilan; uno de ellos con ese color ligeramente anaranjado. Escucho a lo lejos los silbidos de un tren de mercaderías, avisando de que pasará, obviamente, sin parar y con cierta velocidad. Miro el reloj y me viene a la mente el recuerdo de que el sábado, volverán con el fastidio del cambio de hora, para el horario de verano.Te sientes en paz. Una paz, que seguramente estropeará el noticiero de la televisión.
Imagen: Hasui Kawase, 1910
Això no ho podem veure els de ciutat, la contaminació lumínica ens impedeix veure les estrelles.
ResponderEliminarSalut.
"Escucho a lo lejos los silbidos de un tren de mercaderías, avisando de que pasará, obviamente, sin parar y con cierta velocidad. " En mis veranos de infancia en el Norte percibía cada día esa experiencia, tal cual la cuentas, y con escasa velocidad porque entonces todo era más lento. Y me trae imágenes, cielos, olores, sonidos...lejanos. A veces íbamos por la via, como en la película "Cuentra conmigo", que es fiel retrato de mi infancia.
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