Contemplo el transcurrir de los días observando como esta cosa de la blogosfera, se va mitigando. De algún modo me recuerda aquella película protagonizada por Brad Pitt (El curioso caso de Banjamin Button), donde se explica el imposible fenómeno de un individuo que nace con el cuerpo de un octogenario y a medida que transcurre su vida va rejuveneciendo y acaba siendo un bebe, antes de morir.
En poco tiempo, he visto desaparecer de mi lista de blogs, ya de por sí escasa o muy escasa, diría; desaparecer un porcentaje preocupante. Cierto; son gente madurita y veterana, pero a mi entender no creo que esto sea relacionable con apagar el blog. Los veo desaparecer o distanciar mucho las frecuencia de sus escritos. Y estos días veo también, como algún amigo, se siente agotado por los debates políticos y las situaciones sociales: las guerras amenazantes, la corrupción, el belicismo entre partidos, la falsedad y la mentira galopantes, el «pimpong» de las querellas...
Ciertamente, hay una fetidez en el ambiente que no estimula a nada y para nada.

Yo mismo, y a pesar de que mi propósito siempre ha sido escribir por escribir, sin esperar nada ni a nadie, me pregunto a veces, si continuaré tan seguro como hasta ahora. Sí, porque a pesar de lo que digo, el desinterés no es total. Me preocupo de ver en Google Analitycs, cuantas y como son las visitas al blog. Los comentarios si los hay son como hidromiel de romanos, pero no me preocupan. Si los hay, bien; si no los hay, vengan la salud y los buenos alimentos. 
No me olvido tampoco de aquellos que estuvieron y ya no estarán más por el simple hecho de las incomprensiones. Todos tenemos nuestros defectos y la psicología nos enseña que cuesta mucho más los nuestros propios que los de los demás. Los prejuicios se mueven cuesta abajo; el entendimiento, la escucha y la consulta (preguntar los porqués) caminan por una cuesta empinada.

Pero me preocupa, de verdad, el ambiente que resulta en todo esto. 
Miro de no meterme en berenjenales políticos, puesto que ya hace tiempo que puse en cuestión la valía de esta democracia de partidos que, a mi entender, ha degenerado de tal modo que me resulta totalmente decepcionante.
En mis dos blogs intento expresarme —en este— de un modo personal y desacomplejado, administrando la discreción solo lo suficiente como para que la intimidad no sea lesionada, pero sin pudor excesivo. En el otro, intento, pasar de puntillas sobre las energías tamásicas de esta sociedad enferma y trato (no sé si lo consigo) de ofrecer aquello noticiable que rara vez es portada aún y a pesar de que suelen ser buenas noticias y temas positivos. Temas cargados de energía sáttvica en mi modesto entender.

Vivo en un atardecer que comparto con mis gentes, entre los cuales quizás tú puedas considerarte. Seamos inteligentes y gocemos de las luces cambiantes, el calor de sus colores, los vientos tenues, el jolgorio de los pájaros recogiéndose en los árboles y brindemos prudentemente con un buen vino de la tierra.