Vivir en la mente de tu mentor y en los espejos de su casa no es cómodo. Su mente, no es un lugar cómodo. Se asemeja a un purgatorio. A veces apagada y estrecha y otras abierta al infinito. En ocasiones, habitáculo sórdido con ese olor rancio de la depresión y otras, ruidoso y agitado perfumado con la extravagancia de la excitación. Un constante viaje por los railes de una montaña rusa.
Los espejos; son más parecidos a un extraño limbo. Vivir entre la imagen real del mentor delante de mi y esa otra detrás, misteriosa e invertida, donde la izquierda es derecha y la derecha, izquierda. No se vive bien en los espejos. Son como un mundo con una atmósfera hecha de indiscreción, un lugar donde él, se permite las gesticulaciones y las poses más ridículas y que nunca realizaría frente a otros.
Entre un lugar y el otro, no queda otro remedio que convivir con la experiencia del que existe no existiendo. No queda otro remedio que esperar y desear no ser lanzado al saco de los olvidos y esperar paciente, que el mentor se recupere. Sí, porque mi dolor es el suyo y ahora, lo es muy especialmente.
Okanu
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