
Asomarse por el borde de la terraza y contemplar las luces del pueblo. Sentir ese olor inconfundible de un aire limpio y un poco húmedo que dilata las fosas nasales e invita a respirar profundamente. Miras a lo alto y descubres esos planetas que no titilan; uno de ellos con ese color ligeramente anaranjado. Escucho a lo lejos los silbidos de un tren de mercaderías, avisando de que pasará, obviamente, sin...